22 May ¿Cuándo fue la última cita que tuviste contigo mismo?
Parece evidente que a medida que vamos viviendo, experimentando, madurando, añadiendo experiencias a nuestras vidas, nos vamos dando cuenta de la importancia que tiene el adaptarse a las circunstancias, a los cambios, a los entornos, a las personas… es supervivencia pura y dura.
Ésto, a priori, parece bastante lógico y poco cuestionable; pero, por desgracia, ocurre menos veces de lo que nos figuramos, lo que impide a muchas personas sobrellevar adecuadamente las situaciones de cambio o de crisis.
Para poder cambiar, lograr adaptarnos y sobrevivir es necesario que nos conozcamos; sin duda el autoconocimiento es la clave. Pero, ¿a qué llamamos autoconocimiento? Para Daniel Goleman era la clave de la Inteligencia Emocional aunque la Real Academia de la Lengua aún no ha considerado el término.
El autoconocimiento requiere de un ejercicio de reflexión personal, supone pararnos a pensar en nosotros mismos, nuestros patrones de comportamiento, creencias limitantes, hábitos, habilidades, puntos fuertes, carencias; supone detectar en qué debo trabajar para mejorar como persona.
Si bien para algunas personas esto no supone un gran esfuerzo y lo tienen interiorizado como “una tarea más” a la que diaria o semanalmente dedican unos minutos, para otras es sumamente complejo el poder centrar sus pensamiento en ellos mismos y analizarlos constructivamente.
En muchas ocasiones, la tarea de autoconocerse puede asustar; es probable que el resultado que obtengamos no nos guste, pero, aún así, no debemos tirar la toalla ni olvidar que es el primer paso para evolucionar personalmente y, lamentablemente, no hay otro modo de hacerlo.
“A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad”. Antonio Porchia
Sinceramente, creo que el tiempo dedicado al autoconocimiento es uno de los mejores invertidos pero por desgracia, aún son pocos los que se dan cuenta de ello.
Y tú, ¿te has parado alguna vez a pensar en ti? ¿Te conoces o crees conocerte? Te propongo que te tomes un momento del día para pensar en ti, para escucharte. Utiliza la misma táctica que empleas para otras labores; probablemente en alguna ocasión sí que te has parado a analizar el comportamiento de los demás, quizás te hayas parado a pensar en cómo es algún amigo, tu hijo, tu jefe, tu pareja, …
En esta ocasión, el objetivo eres tú y tu actitud debe ser constructiva; dedícate tiempo, conócete, entiéndete, empatiza contigo, márcate áreas de mejora y da pasos para lograr tu crecimiento personal.
¿Aceptas el reto? Te juegas mucho
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