17 Jun Mi reflexión de hoy, 17 de junio de 2013
“Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”, así es como la Real Academia Española define la Ilusión.
La ilusión es un “regalo” que nos permite levantarnos por la mañana, con alegría y afrontar nuestro día a día con optimismo; es aquello que nos hace no tirar la toalla cuando las cosas se complican, es eso que nos hace sonreír y sentirnos optimistas,…; es esa “fe “que nos hace pensar que todo va a cambiar, y se van a cumplir nuestros sueños ( en cualquier área de nuestra vida ( laboral, salud, sentimental, ….)).
¿Qué nos ocurre cuando perdemos la ilusión?
Personalmente, pienso que es de las peores cosas que nos pueden pasar; en esos momentos nos invade un gran vacío interior; una especie de angustia, desmotivación; sólo nos acompañan pensamientos dañinos; “ya no hay porque luchar”, ” nada va a cambiar”, “no merece la pena”.
El mejor ejemplo de ilusión en sentido pleno, lo encontramos cuando observamos el comportamiento de un niño; es envidiable esa capacidad continua de ilusionarse por pequeñas cosas….. Por desgracia, las personas conforme crecemos y nos hacemos adultos, vamos la perdiendo ilusión y el motivo es simple; dejamos de valorar las cosas que poseemos, y lo hacemos con una facilidad que aterra. Nos ilusionamos mucho previamente a obtener algo, pero cuando por fin lo logramos (empezamos una relación, cuando logramos un trabajo, cuando nos compramos algo que realmente queríamos,….) deja de interesarnos gradualmente; a partir de ese momento en el que vivimos la sensación de posesión ( ya es nuestro), pasará poco tiempo para que deje de ilusionarnos, de interesarnos y entonces, nos volvemos a sentir vacíos.
¿Cómo podemos recobrar la ilusión?. Podía ser muy fácil, pero los seres humanos no somos nada sencillos. Si fuéramos conscientes del valor de las cosas no materiales que poseemos…..; si valoráramos cada instante de nuestra vida, cada despertar, cada emoción que invade, cada cosa que nos ocurre, probablemente nos sentiríamos continuamente felices e ilusionados; nos sentiríamos muy vivos.
Pero como decía, esto es muy complicado, y requiere de una gran constancia y esfuerzo personal y, por otra parte, la sociedad en la que vivimos ha hecho que ya no sepamos como autoilusionarnos, y que necesitemos de los demás para poder recobrar la ilusión.
¿Cómo nos pueden ayudar los demás a ilusionarnos? Simplemente haciéndonos sentir vivos e “importantes”:
- Dedicándonos su tiempo
- Escuchándonos
- Ayudándonos a vivenciar
- Ofreciéndonos su ayuda
- Contando con nosotros
- Diciéndonos que nos quieren
- Lanzándonos todos los días una sonrisa
- …
Es tan, tan sencillo, poner nuestro granito de arena para ayudar a los demás a recobrar la ilusión.
La ilusión es sanadora; recobrarla nos puede hacer luchar por superar una enfermedad, enfrentarnos a un conflicto, tomar una decisión, abrirnos a comenzar una relación personal, afrontar un proyecto con energía, ….
Todos podemos colaborar para que las personas de nuestro entorno recuperen la ilusión; la ilusión es lo que da sentido a nuestras vidas; y es lo último que deberíamos perder.
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